jueves, 12 de marzo de 2015

Oblivion

Se vistió sin ganas a pesar de que se podía notar como se escapaba un destello deslumbrante de su belleza interior. No sabía lo que la noche le guardaba, solo sabía que iba. No contaba con hablarle, mucho menos con verlo. 

Dio entrada por aquel túnel de luces deslumbrantes y se transportó a otra dimensión. A su alrededor solo se percibía libertad.

Al parecer todo el que pasaba por el túnel quedó hipnotizado por el sonido vibrante que emitían las bandas encargadas del entretenimiento. Una feria donde volvieron al génesis de su existencia, primates en aquella jungla de buena onda, paz y amor.
Lluvia de miradas estelares, ahí se encontró con todos. Aquellas almas desesperadas. Con sed de lo mismo, diferentes connotaciones. El alcohol apoderándose de su sistema digestivo, otras cosas…

Ahí estaba el, con su mirada tajante, su sonrisa cínica, su boca manipuladora. Bien saben que no perdió un segundo acercarse, invadir sus sentidos, formatear su memoria a corto plazo y hacerla regresar. 

La devolvió a ese lugar, a la noche en que se conocieron, a la primera vez que  la música se fusionó con ellos dos. 

Otra dimensión,  en el mismo lugar, solo tomo control de su estado mental. Acercársele, tocarla, respirarle y olvidar. La hipnotizó a su manera, la devolvió a ese lugar, Oblivion. Ella seguía inconscientemente consciente y se dejó llevar, probar.

Sus labios, su calor, su energía, solo un momento más, por una noche eterna de supuesta  libertad. La derritió con su mirada, con su punto débil, esa falta de afecto que solo él conocía.
Una noche más para volver mantenerla en sus garras, jugar con su mente, manipularla.